Todos somos inocentes hasta que se demuestre lo contrario; pero algunos somos más inocentes que otros que diría el cerdo orwelliano. Y esto sucede porque está en la naturaleza humana, (cita requerida), al parecer, tomarse la justicia por su mano. Aunque sea en los bares.
De los medios no cabe decir otra cosa. Supongo que porque también se componen de naturaleza humana. Es decir, condenan antes de tiempo y pocas veces serán verdaderamente imparciales. La diferencia está en que en la taberna, (la Corte Suprema del hombre de calle) se hará mucho más explícito, pero en la redacción todavía hay que disimular y hacer esfuerzos para que no se note. Pero se nota. Porque los textos se llenan de «presuntos» y de «supuestos», profilácticos ante el virus del sesgo, pero los medios son una sentencia en sí mismos y cuando eligen una foto o cuando colocan la noticia están dictando su fallo.
Todos los días hay juicios en los periódicos y todos se juzgan en las barras donde se pasean las cañas y los boquerones en vinagre. Y más en estos días.
El viernes fue un día poblado de juicios de los llamados ciertamente populares en las columnas de las webs informativas. Entre ellos, rescato tres : Bretón, Blesa y un chico que perdió su móvil.
Los tres podrían clasificarse por este orden: el culpable-culpable, el culpable-inocente y el inocente- inocente…
El primero, Bretón, porque no tiene defensor en este mundo.
No hay nada que le salve y aunque la verdad científica al parecer no ayuda en este caso por un quítame allá esos huesos de ratón, hay que tirar de la verdad circunstancial, la más terrible de ellas en cuanto que no deja cerrado el círculo y para los doctrinarios y puristas siempre debe existir un resquicio de duda.
Es culpable, digamos, por su forma de mirar. Como lo fue Dolores Vázquez. Y ahí es nada.
El banquero es el culpable-víctima. El caso del hombre al que todos los medios han franqueado el paso hacia el cadalso, tomatazo va, lechugazo viene. El hombre metáfora que debe morir ajusticiado por ser un símbolo y punto. Pero hete aquí que el juez entonces se revela como el Llanero Solitario Hi-Ho, Silver away! y ya nos da hasta pena haber colgado a ese pobre ancianito.
Y también aparece el inocente, inocente; el paria del sistema, el daño colateral salvado por el medio justiciero… Porque en este caso no hay resquicio de duda. El chaval es inocente, tan inocente que hasta su carcelero le quiere ver libre.
Y todo porque la Justicia es ciega, pero los medios son videntes.