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John Malkovich y el torniquete en el cuello a las tortugas Ninja

«Las reglas de producción» titula Nick Davies uno de los capítulos de su Flat Earth News, uno de los libros capitales sobre la decadencia del periodismo en nuestros días. En él se describen las malas prácticas de los profesionales en las redacciones hoy, ya sea en papel o en pantalla, y recopila una serie de reglas básicas que, aunque no escritas, se van marcando sin remisión en la piel dúctil de los redactores, jefes de Sección y directores de los medios de comunicación de
medio mundo: la publicación de noticias que no den problemas con lo poderes públicos, que no molesten a los lobbies, que no toquen temas peliagudos, que sean baratas de producir, que sostengan ideas ampliamente aprobadas por la mayoría de la gente, en las que no haya que «mojarse», que den al público lo que quiere, lo que cree y mejor si lo conoce (no embarrarle con cuestiones lejanas), y finalmente una de mis favoritas: la regla del síndrome de las Tortugas Ninja, que establece la imperiosa necesidad de los medios de contar aquella noticia que está en todos los demás medios, aunque sea una soberana tontería… o incluso falsa. (El nombre viene de la claudicación que hicieron los padres que en un primer momento no dejaban ver a sus hijos aquellos dibujos animados y luego tuvieron que permitírselo al comprobar cómo se les excluía socialmente en el colegio).

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El periodista es el único animal que tropieza dos(?) veces…

Si ayer hablábamos de la necesidad que tenemos los periodistas de buscar la fuente (las comillas) sin importarnos la majadería que venga dentro, hoy la providencia nos proporciona un ejemplo ni que pintado. Sobre todo porque tiene a casi los mismos protagonistas: Michael Jackson, The Sun y todos los demás.

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¡No escarmentamos pardiez!

Un ejemplo (hay muchos más)
Michael Jackson tiene un cuarto hijo secreto
Las especulaciones respecto a la posibilidad de que Michael Jackson tenga un hijo secreto han conmocionado a medio mundo.  Según el periódico británico ‘The Sun’…

Estos quieren disimular:
Más carnaza sobre Michael Jackson: ‘The Sun’ le atribuye un cuarto hijo

O sea que hace un mes nos dimos un morrazo importante con la misma fuente y el mismo tema y no importa. Y lo peor, creo yo, no es que no aprendamos, es que da igual.

Los medios tienden a contar las cosas que creen que les van a dar visitas, carnaza como dice el otro, olvidando (uy qué olvido más tonto) la parte de la credibilidad y veracidad, esas tonterías que sólo importan a los idealistas. Lo malo es que luego nos quejamos de lo mal que quedamos en las encuestas de opinión.

La autopsia de Michael Jackson… y del periodismo, en The Sun

«No importa la majadería, importan las comillas»… Uno de los grandes axiomas del periodismo actual (vía Arcadi Espada). Da igual qué estupidez se diga, lo importante es que lo diga alguien para poder ponerle unas comillas y sacarlo en un titular.

Y luego pasa lo que pasa…

Esto ocurrió hace unas semanas. Elijo un ejemplo de entre muchos otros, ya que la mayoría de los grandes medios cometieron el mismo error. Y lo que te rondaré, morena.
Primero esto… y minutos después esto otro…

De Mi País: Los contenidos son la clave del periodismo

En el clavo:

 

M.A. Aguilar: Aquellos órganos de prensa escrita que se vean arrumbados a la playa de la insignificancia, en expresión de Julio Cerón, no podrán culpar al viento de la historia o de las nuevas tecnologías, sino al abandono de su misión. Es decir, a su dimisión.

José Luis Pardo: Y la discusión acerca de qué podríamos hacer para mejorar el periodismo, el nivel cultural, las instituciones educativas o la investigación científica no puede celebrarse porque es una discusión de contenidos, y de momento estamos ocupadísimos con los contenedores y con la publicidad, con los portátiles, los móviles y las descargas caseras.

Y la discusión acerca de qué podríamos hacer para mejorar el periodismo, el nivel cultural, las instituciones educativas o la investigación científica no puede celebrarse porque es una discusión de contenidos, y de momento estamos ocupadísimos con los contenedores y con la publicidad, con los portátiles, los móviles y las descargas caseras.

El periódico del futuro se parece mucho al de hoy

Times Reader 2.0

Times Reader 2.0

Tuvimos ayer en la redacción una interesante conversación sobre esto, y hoy mi hermano me ha mandado un enlace revelador

Reflexión 1:

– Un periódico en internet que trata de parecerse al periódico del papel. ¿Por qué? Varias razones no excluyentes:

  • Porque el periódico de papel es un buen invento
  • Porque tratamos de acercar a la gente que está en el otro lado de la brecha digital a no perderse en internet.
  • Porque preparamos el paso para cuando haya pantallas flexibles (que se doblen incluso) y volvamos a tener nuestro periódico, como siempre hicimos, en la mesa de la cocina mientras degustamos un café (¿no era ese el problema?)

Reflexión 2:

– ¿Qué periódico en España hace este tipo de investigaciones? Yo creo que ninguno; ahora bien el que lo haga se llevará el gato al agua.

 

P.S

Que Dios se lo pague

¿Cuánto durarán las redacciones separadas?

Sé que hay polémica sobre este tema y que en diversos lugares y depende de a quién se escuche se pueden leer cosas tanto positivas como negativas, (lo normal en toda polémica que se precie), pero me parece que hay algo que no se comenta lo suficiente cuando se trata de criticar la integración.

Pensemos en el futuro más o menos inmediato, digamos entre 5 y 10 años (ya sabemos que todo es relativo pero déjenme que esa sea mi idea de futuro inmediato)… bien ¿ya estamos ahí? Los bancos nacionalizados, el vinilo ha vuelto y el cd ha desaparecido, Gran Hermano 153 acaba de comenzar y Verónica Santander presenta los telediarios. Las cosas han cambiado, (¿o no tanto?) Una cosa sabemos y es que la información en papel sigue existiendo en ese 2015-2020 pero la proporción con respecto a la que se consume por internet ha pasado de 80-20 a 20-80. Bueno, no es exactamente un Farenheit 451 como algunos quieren pero es un vuelco importante… (Nota: cuando escribía este post fue lanzado este vídeo -del que alguien con humor y tiempo podría hacer una parodia divertidísima- y que trata precisamente de cómo imaginamos el futuro. Asombrosamente, los mismos que quieren quemar los periódicos de papel creen que el papel no va a desaparecer y curiosamente son los mismos que están en contra de la integración de las redacciones… así que el vídeo en cuestión es miel sobre hojuelas para este ejemplo.)

Ahora me gustaría que se situaran en un despacho de un departamento de Recursos Humanos durante la selección de personal para un medio que tiene los dos soportes, papel e internet. Están pensando en aumentar la plantilla porque las cosas han ido bien el último año (Krugman mediante) y buscan perfiles periodísticos para la redacción. Ah se me olvidaba, recuerden que para jugar tienen que situarse en el año 2015. O sea, todos los periodistas que han salido de la facultad están de internet puestos hasta las orejas. Alguno lee algo en papel y lo conocen claro pero es sólo un grupo pequeño.

Adivinen en menos de 5 segundos las dos opciones que elegirían los despreciables y despiadados (modo irónico) ávidos de sangre humana fresca e inexperta, miembros del dpto. de RRHH.

a) Harían dos grupos de perfiles: los periodistas aptos para trabajar en internet y los que sólo trabajarían en el papel. Es decir, buscarían dos tipos de periodistas para dos tipos de trabajo diferentes… o

b) Buscarían periodistas que fueran versátiles, que pudieran trabajar en ambos soportes sin prejuicios y que escribieran con soltura en ambas cabeceras. Chicos que estuvieran interesados en hacer periodismo sin importarles dónde y que fueran lo suficientemente moldeables como para pasar del papel a internet en el momento en que las necesidades de la producción así lo exigieran.

Señor juez, no hay más preguntas…

Ganar dinero con ideas utópicas y optimistas

Algunos comentarios y reflexiones de lectores han hecho que me detuviera unos minutos antes de seguir analizando el futuro de la prensa.  Sé que no es mi propósito aquí hacer digresiones, pero se me ha llamado optimista o utópico cuando planteaba mis propuestas, así que he supuesto que algo debía de estar explicando mal.

Para corregir el tiro voy a ser un poco cínico y haré constar lo siguiente: que el mundo sepa que, ante todo, lo que yo quiero es ganar dinero. Ganar dinero y arrasar: convertirme en el gran gurú de internet y que las mujeres me admiren y los hombres me respeten… y bueno sí, luego poderme retirar a una casita con chimenea con mi mujer y mis hijos a escribir de lo que me dé la gana. Pero para eso hay que dar con la tecla. Y ahí sí; ahí me convierto en, utilizando la terminología que se me ha aplicado, un utópico y un optimista. Por una razón sobre todo: creo que son las cosas que funcionan, o sea las que me harán rico y famoso (aclaro por no perder el tino).

En algún lugar alguien debió de escribir algún día algo como que era fundamental el estudio de las humanidades también para triunfar en la empresa y estoy convencido de que también le llamaron optimista. Seguro que hubo alguien por ahí tan loco como para afirmar que las madres eran buenos fichajes para un negocio y no un lastre como siempre se supuso, y también le tacharon de utópico. Pero… no se arredraron y expresaron su opinión y quizá triunfaron con ella.

Probablemente porque creían, como yo, que por causas aún desconocidas pero afortunadísimas, resulta que la bajeza de miras es un mal negocio y que tratar bien a tus empleados, confiar en ellos, aprovechar sus potencialidades, fomentar su creatividad es uno de los buenos.

Otra cosa es cómo hacerle ver eso a la gente que gestiona las empresas. Éso sí que es una utopía. No las propuestas. Las propuestas son válidas y funcionan en otros lados.

Quizá sólo hay que actuar… «sin esperanza, con convencimiento».

… y un equipo de gente pensando (adenda al «Decálogo»)

Cuando el otro día hice un decálogo para la redacción integrada (formada por nativos y extranjeros de internet), alguien me hizo ver la trampa de repetir conceptos para que me salieran precisamente diez. Yo me defendí, con cierta base, explicando que era también un recurso estilístico y bla, bla, bla…

Ahora puedo sacar un poco la patita y añadir este otro. Y no es que sea menos importante, menos crucial, o que no se me hubiera ocurrido nunca. Probablemente lo que sucedió es que no pensé que fuera necesario ponerlo por escrito, precisamente por lo importante que es. Como si alguien apuntara también que olvidé añadir la necesidad de contar con mesas y sillas en una redacción integrada.

Y sin embargo, ocurre que lo obvio es muchas veces fundamental y que lo fundamental muchas veces se obvia… así que añadamos entonces un nuevo punto al decálogo, por redundante que parezca:

10 (bis). Tengan a un equipo de gente pensando, analizando, navegando, probando. Tan fundamental como la última hora de la actualidad es estar a la última en lo que ocurre en Internet y a la última de lo que se ofrece en la red: herramientas, nuevas páginas, nuevos productos, nuevas formas de comunicación. Experimenten, prueben, lancen, equivóquense… es decir pongan un laboratorio de internet en su redacción integrada. No por obvio es menos fundamental.

Decálogo para una nueva redacción

La idea es integrar dos redacciones en una. La idea es buenísima y necesaria y sólo tiene un problema: es titánica.

Por un lado tenemos a unos redactores 1.0 cabreados: los nativos digitales han venido a invadir su plácido mundo. Y por otro lado tenemos a otro grupo de redactores, esta vez 2.0, también cabreados: se sienten de segunda clase. Todo el mundo está cabreado en principio. Unos asustados además porque ven peligrar cosas como sus puestos de trabajo y otros impotentes porque saben qué quieren hacer pero no les dejan. Cabreados, asustados, impotentes… menudo panorama.

¿Qué hacer? Desde esta poltrona uno sólo puede aportar visiones y experiencia, así que, por si a alguien le sirve, regalo una serie de recomendaciones en un listado (si me saliera un decálogo sería la leche), de esos que están de moda por aquí. De nada.

  1. Olvídense de etiquetas. Ni 1.0, ni 2.0; ni digital ni papel, lisa y llanamente periodistas.
  2. Intenten hacer comprender a todos que no se trata de trabajar más, sino diferente.
  3. Pongan como prioridad cursos de formación. Para los no nativos cursos de nuevas tecnologías, y para los nativos cursos de periodismo de calle, de edición, de ortografía, de cómo ganarse a las fuentes… Y alegren esa cara. No les costará un duro porque los cursos se lo darán unos a otros. (De nada otra vez)
  4. No hagan guetos en la redacción. Todos juntos. Todos van a hacer lo mismo. Insisto: periodismo.
  5. No planteen cuestiones como quién escribe para el papel, quién para la edición digital. Todos para todo. Y que además no se duerman, que cambien de medio a menudo. Será divertido.
  6. Estudien desde ya qué tipo de informaciones deberían ir en papel y cuáles no. Esto puede ser lo más difícil. Pero la buena noticia es que nadie lo tiene claro, así que prueben…
  7. Potencien la información propia y no sobrevaloren la última hora. El contenido es lo que les hará diferentes.
  8. Ponderen siempre si las nuevas formas de periodismo son interesantes por sí mismas, no por ser nuevas.
  9. Recuerden que internet es un gran invento, pero el papel también.
  10. ¿He dicho ya que se dediquen todos a hacer periodismo?

La resistencia

Uno de los grandes problemas con el que se van a encontrar los gestores de las empresas que quieran integrar redacción web y redacción papel es la resistencia al cambio por parte de los periodistas 1.0. No creo estar muy lejos de acertar si digo que sería probablemente «el gran problema».

En general los cambios suelen asustar a la gente. Es lógico. No me voy a poner aquí a hablar de este hecho psico-fisiológico en el ser humano. Ya hay otros que lo hacen mejor y con más fundamento. Y aunque a mí me extrañe mucho que alguien se ponga a despotricar contra la máquina que, de hecho, le hace más fácil su trabajo, no voy a moralizar sobre el tema porque aunque sí sospechas, no tengo pruebas de que mis colegas estén sistemáticamente en contra de los cambios. Al menos no más de lo que están otros profesionales; y como tengo una irrefrenable tendencia a ceñirme invariablemente a los hechos no voy, decía, a hacer especulaciones.

Convengamos simplemente que al periodista no le gustan los cambios. Tiene su mundo perfectamente delimitado. Todas sus herramientas conocidas, agarrados al maquinazo como dice la Poniatowska y perfectamente ajustadas las coordenadas para ir a piñón fijo. No mal. Digo a piñón fijo. Y si ya te está yendo bien así, para qué cambiar.

Pero hete aquí que sí. Que hay que cambiar. Que de repente vienen unos chavalitos con las historias estas de internet, los blogs, twitter, facebook… Y al principio son un grupito que está ahí en un rincón de la redacción y que piden cosas muy raras. Como que les des información ipso facto, cuando a ti todavía te quedan varias horas para el cierre o hasta las 14.00 no entras en antena.

Al principio incluso te hacen gracia esos chavales porque los tuviste de becarios en tu sección. Pero luego te empiezan a inflar las pelotas porque las órdenes vienen de arriba: hay que hacerles caso, o sea, piensas que tienes que trabajar más o, simplemente, cambiar tu rutina. Y no siempre es una cuestión de pereza, que también, sino de pura xenofobia. Te toca las narices que tu paisaje cambie.

Y ahí empieza el lío, o parte de él. Porque no es que haya cambiado el paisaje. Es que o los marcianos han invadido la tierra o tú mismo ya estás en otro planeta. Y sin escafandra.

(Continuará)